Entrevista A Héctor “Tito” Chapa, Nuestra Leyenda. Homenaje.

Entrevista A Héctor “Tito” Chapa, Nuestra Leyenda. Homenaje.
– Tengo el placer y gusto de estar en el Rancho “Dos Cañones” con don Héctor “Tito” Chapa, a quien agradezco mucho su atención, su tiempo y su magnífica disposición; así como también a Rafa Chapa. Don Tito, muchas gracias por recibirnos.
– Es un placer.
– ¿Cuándo y cómo empezó en los gallos?
– Empecé cuidando gallos con mi papá, a los 14 años; cuando salía de la escuela me iba a cuidarlos. Nunca amarré porque me faltó valor para hacerlo, y como mi papá era muy buen soltador, yo me sentía acomplejado, pero toda la vida estuve en los gallos.
– ¿Cuándo inició la crianza de los gallos?
– Casi fue en 1959, en Rancho Chinton.
 – Hace medio siglo ya…
– Sí. Don Reyes García fue quien me dio la mano, porque él quería criar gallos, pero para jugarlos. Él era un estupendo ganadero, en realidad él no sabía mucho de gallos, pero aun así, fue quien hizo todo, yo sólo puse lo que yo sabía. Así fue como logré todo esto.
– Recuerdo que, cuando me inicié en 1987, empecé a escuchar de los gallos chintones, de Rancho Chinton.
– Sí, porque desde 1959 comencé con los gallos nada más regulares, no comencé con grandes gallinas, sino que de lo que tenía fui poco a poco seleccionando, y ya después don Gonzalo Monroy, del partido “Huayacocotla”, que era yerno de don Reyes, me hablaba y me mandaba gallos. Entonces me fui haciendo de lotes ya más o menos buenos, así fue como, poco a poco, fui sacando buenos pollos: 500, 800, 900, hasta lo que se saca ahora.
 – ¿Cuántos ejemplares saca ahora?
– Unos 10 mil quinientos.

– ¿Exclusivamente machos?
– Sí, porque van apuntados. Tito, mi hijo, apunta todo sobre ellos, si salen jorobados, tuertos … pero hemos levantado 10,500 pollos.
– ¿Ustedes sexan desde el primer día que nacen?
– Sí, desde que nacen; tenemos un sexador especial y dejamos las hembras de los gallos que uno cree que dan mejor, pero no hay más.
 – ¿Usted ha traído muchos gallos de Estados Unidos?
– Sí, muchos gallos, mucho gallo jugado, unos dan bueno y otros no dan nada. El gallo de Jumper es un gallo muy fino, muy famoso, pero nunca me dio bueno. No sé qué cruzas hacía Jumper, pero como sementales no ligaban. El que lo hacía, ligaba muy poco, de 10 ligaba uno cuando más. La prueba de esto es Memo Bustamente, que aunque es muy amigo de Jumper, casi no tiene gallos de él; por algo será…

– No, lo que pasa es que Jumper, con quien he tenido la oportunidad de platicar dos o tres veces, es el mejor comercializador de gallos en Estados Unidos. Durante 15 ó 18 años asistí a Bayou, a Mid América, a Sunset y nunca tuve la fortuna de verlo ganar.
– Yo tampoco lo vi ganar nunca, y eso que yo iba sólo una vez al año, pero la gente le tiene mucha confianza, por la fama que tiene, respeto y fama; es un hombre serio.
 – Así es. De hecho, cuando le pregunto a los estadounidenses a quienes he tenido oportunidad de entrevistar, el 99 por ciento de ellos se expresan bien de él.
– Creo que es un hombre muy serio y honesto, y eso cuenta mucho; de cosas como ésas se da cuenta la gente.

– En efecto. La primera vez que platiqué con usted, don Tito, no sé si lo recuerda, fue en 1991 ó 92, en León, Guanajuato. Entonces un muchacho llamado Alfonso Cordero lo invitó a dar un simposium. También estaban Johnny Jumper, Ramiro Santos; una noche antes, usted estaba agripado y Rafa me llevó a su habitación. Ahí tuve la oportunidad de conocerlo, de platicar con usted. En aquella ocasión, un muchacho se levantó a media plática y dijo: “Don Tito, yo vine exclusivamente para escucharlo a usted, y quiero que me diga cómo sacar bueno” Y usted le respondió: “Si metes una víbora macho con una víbora hembra, ¿qué te va a dar?” Pues víboras. “Entonces, si metes gallo bueno con una gallina buena, te debe de dar bueno. Y aunque no siempre es así, te debe dar al menos un 70 por ciento bueno, sobre todo si el padre o el abuelo fueron gallos muy notables”. Entonces, tienen que ser animales muy buenos desde generaciones atrás, tanto el macho como la hembra. Por eso yo no dejo de admirar, don Tito, que en México la gente hable de los Kelso, de los Sweater, pero los únicos gallos mexicanos que la gente respeta son los Chintones de don Tito Chapa, ¿a qué lo atribuye usted?
– A que yo meto lo bueno con lo bueno. Si se trata de un gallo colorado, sé de dónde viene; lo compré porque lo vi jugar, y si da muy bueno, lo que hago es meter muchas hembras con ese gallo. Si da un porcentaje de bueno muy bajo, entonces no meto ninguno. Es decir, debe tener un porcentaje muy alto para que los sobrinos o nietos salgan buenos. Si sólo hay tres buenos de 30, no conviene.
 ¿Cuáles son las características que, independientemente de que el gallo haya sido ganador, le atraen más para elegir a un gallo como semental?
– Que esté bien proporcionado, bien medido, ni zancón ni chaparro; que tenga patas bonitas, de ojos delgados y bonitos; que la cola no esté muy arremangada ni caída, que sea un animal estético. Yo creo que ése es el gallo que da hijos muy finos, comerciales y buenos. Porque creo que el gallo de pelea debe ser bonito, fino y bien medido, bien proporcionado.

– ¿Y en el caso de las hembras?
– Lo mismo: gallinas bien proporcionadas.
– ¿Cuál es la mejor edad para empezar con la gallina? ¿A partir de que rompe postura o la deja usted cumplir un año?
– Como a los diez meses; las dejo que tengan una postura, porque al principio el huevo es chiquito. Cuando notamos que está de mejor tamaño, quizás la polla no sea tan buena, pero tarda más en enclocarse y pone muchos más huevos. Entonces es cuando tiene uno hembras nuevas de los mejores gallos y es cuando pueden formarse buenos lotes.
– Por lo que veo, lleva usted una información muy completa de los apareamientos, nacimientos, hembras, machos, gallos que juega y a quien se los vende; es un trabajo muy arduo.
– Sí, pero es una gran ventaja, porque así nos damos cuenta cuáles son los ejemplares que dieron más porcentaje de victorias, los mejor proporcionados, y ello nos facilita el venderlos. Anotamos todos los detalles y así es más fácil venderlos.
– Porque para vender diez mil gallos se requiere algo más…
– Podría sacar hasta mil más, pero ya sería demasiado. Tengo muy buena gente, a unos les pago $140 diarios y a unos un poco más, pero todos tienen que estar el día entero ahí. Por supuesto, algunos se hacen… tontitos y se esconden si me ven pasar…
– Pero en todos estos años de crianza, usted ha ido teniendo experiencias que ha ido aplicando para mejorar su trabajo.
– Claro que sí, en esto nunca se termina de aprender. A veces uno se equivoca de repente y como que se estanca.
– Veo que ahora tiene unas bodegas, pequeñas naves donde tiene a los pollitos a una temperatura de 35°, ¿cuánto tiempo están allí los pollitos?
– Veinte días, como aquí no hace frío, los encierro montados con unas tablitas, encerrados y allí se duermen. Van creciendo y van buscando los árboles.
– De hecho, podríamos pensar que a los 22 días, los animalitos ya están sueltos en el campo.
– Andan sueltos, bajo techo, pero sueltos. Y así sólo se les da agua, alimento y en el campo tienen la oportunidad de complementar su dieta, y ese ejercicio natural les permite desarrollarse mejor.
– ¿Cuántas hectáreas hay en el Rancho, don Tito?
– Más de cien, y ocupo 30 para los pollos, lo que permite se desarrollen bien.

– ¿Cuál es la alimentación que les proporciona? ¿Es alguna mezcla que usted ha ido implementando?
– No, es alimento comercial de La Hacienda y también de Purina.
– ¿Y qué porcentaje de proteína le gusta para sus pollos?
– Casi no hemos notado la diferencia entre un alimento y otro, es lo mismo, al menos entre los de La Hacienda y Purina. Ahora me he alejado de eso, el que se hace cargo es mi hijo y los muchachos. Hay una cosa muy importante, en la libertad en la que andan los pollos, agarran en el campo mucha proteína. Eso es lo que les ayuda mucho en su crecimiento y desarrollo.
– Y ¿cuál es la temperatura media aquí en la Huasteca, don Tito?
– En tiempo de calor, unos 33° C, en promedio. Y en el frío, que apenas serán dos o tres días al año, yo creo que unos 8° o 9° C. El éxito que tenemos aquí para criar pollos es que en realidad estamos a 28° C, pero en la noche tenemos de 24° a 26° C; es decir, no existe mucha diferencia.
– Además, en la noche los pollos se juntan y logran una mejor temperatura.
– Creo que es malo cuando el clima es muy caliente y en la noche es frío, pero aquí no aumenta mucho, la diferencia es de apenas unos cuatro grados.
– ¿En que momento empiezan a nacer pollitos?
– Empiezan a nacer en marzo, aunque si pudiera sacar todos antes, sería mucho mejor, pero hay veces que no se puede por todo el trabajo, y la gallina siempre está en la pluma un poco. El gallo que nace en enero sería mucho mejor para nosotros, porque agarra unos meses muy bonitos, no que ahora nos agarra el tiempo de aguas y se nos muere mucho pollo por la humedad, por la tierra y lo tiernitos que están. Aunque si el pollo grande se moja, si le cae el agua cuando esta calientito durmiendo, también le hace daño, pero cuando es grande, ya no se enferma tanto porque ya pasó por muchas cosas difíciles.
– Ya tiene anticuerpos que le permiten sobrevivir, ¿no es así?
– ¡Sí, señor! Un pollito de dos meses que lo sobrelleva ya de grande no lo sienten y sobreviven. Nosotros llevamos un orden conforme a la naturaleza, o sea, no nos interesa adelantarnos a ella. A muchos les gusta sacar antes, en noviembre o diciembre, le ponen electricidad a las gallinas, les adelantan el ciclo de postura, para hacer los lotes para soltar las gallinas un buen tiempo en el campo; mientras que aquí nacen los últimos días de febrero o los primeros días de marzo. Generalmente empezamos a mediados de febrero a hacer los apareamientos, para que los pollos nazcan en marzo. Aquí estaban sacando mucho antes, desde octubre, pero después las gallinas ya no ponían y después se dieron cuenta de que las cosas no eran así, que no convenían, que se equivocaron por la ambición de querer sacar antes.
– Otra pregunta sobre la alimentación, ¿usted usa pellets o le gusta mezclar grano?
– A los pollos se les da pellet desde los dos meses. Ahora que si uno pudiera echarle un poco de maíz al pellet, eso sería bueno, pero aquí ya casi no hay maíz del bueno, del amarillo. En dos meses más si hemos dado 10 por ciento más de maíz a los gallos que van a empezar la pluma, y a los ejemplares que nos gustan mucho, les damos alimento especial. La buena comida es lo mejor para criar a un gallo. Aquí les damos solamente una comida, mi papá y yo les dábamos dos comidas, pero ahora sólo los alimento una sola vez, para evitar la mano de obra y no tener que aventar otros 10 mil puños, porque aunque tenga 24 personas, cuando acaban la primera vuelta… ¡ya toca la siguiente!, y entonces es un cuento de nunca acabar.

– ¿Cuántas gallinas ocupa en la reproducción?
– Más de dos mil gallinas…
– Y, qué serán, ¿unos 200 sementales?
– Ahora como 250 y tantos sementales.
– Pero, ¿no todos tienen un promedio de 10 gallinas?
– No, no, cada uno trae 9 ó 10, aunque algunos traen hasta 11, así que casi estoy seguro, son mil 900 a dos mil gallinas.
– Y ¿cuál es la edad máxima que admite en una gallina?
– La gallina vieja, de cinco años, da menos, pero yo tengo un gallo de 8 años que me tiene asombrado por lo fuerte que es, y está dando unos gallos notables. Así que creo que mientras pise, aunque sea muy joven o muy viejo, estará bien.
– Claro, mientras tenga calidad suficiente.
– Pues sí, yo creía que el gallo y la gallinas viejos ya no servían, y estoy sorprendido que ver que no es verdad.
– Y creo que si a ese animal se le administra el Vigantol ADE Fuerte de Bayer, que es un reconstituyente celular, todavía puede esperar un poco más de él.
– Sí, tengo aquí un gallo que le pusieron en Montreal, hace como seis años, “El Tremendo”, que jugó en semifinales de Los Garza. Es un gallo ya fregado, que ha de llevar ciento sesenta y tantos pollos, entonces uno le pone ya menos gallinas, pero lo sorprendente es que aunque se trate de pollos muy notables, hay algunos gallos que transmiten lo que son y otros no. A veces, aunque le ponga uno una gallina muy notable, que venga de un gallo también muy notable y con buenos hermanos, pues no siempre ligan ni sale lo que uno busca.
– Todo el pollo que nace, ¿lo hace en incubadora?
– Todo.
– ¿Vacuna usted a sus pollos?
– Sí, antes que nada para Mareck. Sólo una vez me ha tumbado, antes no vacunaba, pero me pegó una vez, después de 25 años años. Es difícil que pegue, pero cuando lo hace… y lo malo es que le pega a gallos de 5 ó 6 meses, que quedan con las patas como de bailarina despatarrada. Es ahí donde uno dice: ¿por qué no hice esto o aquello?, pues se pierden miles de pesos. Luego vacuno contra viruela y Newcastle.
– Es decir, ¿tienen ustedes un programa muy completo?
– Procuramos tenerlo, yo llevo todo apuntado. El problema de vacunar contra Mareck es que se traen gallos americanos y ésos ya vienen vacunados contra el Mareck; ése es el riesgo.
– No necesariamente, lo que pasa es que, por ejemplo, en la costa del Atlántico, las nevadas que caen ayudan a purificar el suelo y entonces muchos dicen que vacunan, pero la verdad es que fuera de la grabación te dicen que no, que nunca lo han hecho. Y lo más lamentable es que no siempre le dicen al comprador que no han vacunado al gallo, y cuando llega usted a México, con su gallo enfermo o en peligro de enfermar, ya desgració todo un lote de animales.
– Y se enferman aquí porque el agua es más sucia, porque uno tiene menos cuidado, porque hay demasiados animales y menos higiene, por muchos motivos.
– Incluso por la dureza del agua…
– Y también por el aire. Aquí cerca hay un molino y todo eso cuenta, aunque no queramos creerlo.
– Así es. Y en todos estos años, don Tito, ¿cuáles son los gallos que le han causado mayor satisfacción?
– Lo que pasa es que yo hago muchas revolturas: de Sweater con Colorado, por ejemplo, y de gallo Amarillo, pero el gallo del “53” me ha dado muy bueno y ése me lo regaló Nacho Bonilla. Yo creo que si Nacho supiera lo bueno que da, ¡no me lo habría regalado! Hubo un año en que metí más 120 en la cría, unas mayores que otras. Cría mejor al macho que las hermanas y a veces es al revés, pero uno le va buscando. Yo siempre he tratado de que el gallo sea bueno, si lo veo todo pachorrudo, negro, feo, pues no me gusta.
– Esto sigue siendo una situación de prueba y error, de estar probando y ver qué funciona, para irlo seleccionando; y qué no funciona, para eliminarlo.
– Lo muy bueno falla menos. Digo que es importante darse cuenta que lo que está dando bueno e irle dando forma. Como quien forma una familia, hay unas muy honestas u otras muy bandidas… unos medio gordos y otros medio flacos…
– Don Tito, ¿cuál es el color de pluma que a usted más le gusta?
– El gallo Amarillo Colorado me gusta mucho, es lo más fino que he visto.
– Algunos galleros de Estados Unidos, sobre todo de la vieja guardia, de más de 60 años, consideran que hoy la gente cría más por el dinero que por el gusto mismo de criar, que se ha perdido un tanto la finura. Yo respeto esa opinión, pero también me pregunto si no tendrá algo qué ver el hecho de que antes se jugaba con gaff y hoy, sobre todo, con navaja; y ésas son heridas distintas.
– Sí, y es distinto el gallo de navaja para la redonda, por eso el americano saca gallos un poco más bajos, para que puedan manejar esas dosarmas, porque si no se hace “bolas” con esas navajonas. Por eso viene mucho gallo americano medio bajito. Antes eran gallos bajitos, para la navaja de redonda, pero era gallo bien proporcionado, creo que hasta más cortador; siempre que viniera de gallos cortadores, porque no sólo se trata de que esté bien proporcionado. El gallo de gaff es muy fuerte porque así lo amerita su estilo de pelea; mientras que el gallo de navaja mexicana es más rápido, ésa es la diferencia principal.
– ¿Le gustan los gallos negros, don Tito?
– Fui con mi papá a los torneos desde el 54, creo que como unas diez veces, y nunca vi un gallo negro con redonda, o que anduviera para esa arma; se dice que los gallos negros son muy notables y si tienes gallinas muy buenas y se las vas metiendo, crees que sacarás un gallito muy rápido, y a veces lo logras. Aquí nos gustan mucho, a un solo cliente le hemos vendido más de 500 gallos negros, y los sigue buscando. Él los vende mucho, es de Guatemala. Ahora que también es muy importante saber escoger al gallo, no sólo se trata de que sea negro, sino de escoger el mejor entre 30 ó 40 que uno pueda revisar. Los verdaderamente buenos son muy poquitos, y si tienes dos mil gallinas de dónde escoger, pues también te sacas un gallito, porque tienes muchos ejemplares buenos que meter a ese gallo, por lo que el que tiene poquito no puede tener mejores opciones que el que tiene mucho…
– Porque se reducen las posibilidades de elección.
– Exacto. Y si el que tiene más opciones sabe lo mismo que tú, entonces tendrá mayor ventaja sobre ti, porque sacará más hembras y tendrá más de donde escoger.
– En las primeras entrevistas que realicé hace una década, me hablaban del gallo con las piernas más hacia adelante y me hacían la famosa comparación de un vaquero y un charro: al momento de sacar la pistola, el charro la trae en la cintura, tiene que levantar la mano y hacer toda una maniobra; mientras que el otro nada más la saca y ya está disparando. ¿Usted considera que estos gallos que tienen las piernas, aparentemente, un poquito más hacia adelante tienen una mayor ventaja?
– Nunca me he dado cuenta de eso, no lo creo. Vuelvo a lo mismo, creo que el gallo debe ser normal, hasta el modo de caminar cuenta también; las patas no deben estar muy metidas. No he visto gallos feos cuando juegan partidos importantes, es raro que metan un gallo feo, porque por eso se habla de gallos finos, bonitos. Si yo saco gallo, mucha gente dice: “Don Tito saca gallos bonitos”, así que yo no meto a la cría gallos feos. Cuantas más cualidades tenga, mejor.
– ¿Le gusta criar con gallos Orientales?
– Ahora le saco a un gallo de Memo Bustamante (que es como mi hijo), él no los vende, pero a mí no me lo puede negar, porque este año le di lotes, gallinas y gallos. El mismo Memo se llevó como treinta; yo creo que ese gallo es como más rustico, más sano.
– Pero, ¿todavía no los prueba usted, los ha visto pelear?
– No, yo no voy, pero sé que llevaron 10 y seis de ellos ganaron; uno de ellos muy notable, precioso, que parece como no trajera nada de Asil; está muy rebajado, apenas a ¼, pero a unos se les nota más que a otros. Los gallos Asil que nosotros estamos vendiendo les han gustado mucho. Ahora mandamos unos para Pénjamo, Guanajuato, y ese señor se ha llevado como 60, imagino que han de ser para la cría, pero no lo sé. Y es un gallo peligroso, socarrón, que cuando dispara falla muy pocas veces, casi siempre corta, pero es más lento; si le metemos un gallo rápido, se destantea un poco, pero cuando se acomoda… aunque medio lentón, ¡es peligroso! El mismo Memo ganó con esos en Juriquilla hace tres años, me dijo que se lo había regalado Johnny Jumper, aunque Memo no comenta mucho.
– Así es, yo le vi jugar hace como un año y medio un gallo espectacular, un Asil. Creo que la pelea ha de haberse definido en 30, 35 segundos, y el rival quedó prácticamente destazado, sin embargo, en la siguiente pelea, un gallo similar se huyo…
– Sí, señor, todo mundo se asustó cuando vio el tiempo que hicieron los siete gallos cuando ganaron ese torneo, creo que es algo que no volverá a pasar nunca. Pero ese gallo no es más fino que los otros; es cierto, tiene la cualidad de ser muy defensivo, pero no es de la calidad de los Amarrillos Colorados.
– Siento que el problema es ése, que el ganar un evento involucra muchas circunstancias.
– ¡Y hasta la suerte también!
– Exactamente, y a veces la suerte no es que su gallo meta una puñalada porque el otro se arrimó, sino que a veces la suerte consiste en que el rival sea más cómodo, más a modo. No se trata de quitarle el mérito a nadie, pero sí es importante ponderar que este tipo de eventos tienen esa cualidad, que se requiere un poquito de fortuna, de suerte, para que le toque el rival más cómodo a su gallo, y que su ejemplar pueda cortar, básicamente.
– Sin embargo, ¿por qué debe haber poquita suerte? La navaja hace que uno tenga suerte. ¿Por qué entonces un boxeador bueno siempre tiene suerte? El arma es la que hace la suerte. Si yo me peleo con un pela’o con una pistola y ninguno de los dos sabe nada, entonces sí gana el que tenga más suerte, pero si alguno sabe más que el otro, entonces no podemos hablar de suerte. Creo que la navaja hace que haya también bastante suerte.
– Don Tito, usted debe tener muchas anécdotas qué podría comentarnos, ¿hay alguna cosa chusca o dramática que le gustaría compartir con nosotros? Seguramente tiene mucho que contar.
– Sí, una vez me estaban haciendo un homenaje muy chiquito, y yo estaba mandando huevos para México porque antes tenía incubadoras allá. Yo jugué ahí, no recuerdo si 5 ó 6 peleas y corrieron dos gallos míos. Yo dije: “Mira nomás, el homenaje es mío ¡y me están corriendo los gallos! Pero, ni modo, ya están ahí”, y me reí y me hice tonto, pero se siente feo. Cuando mandaba para México, me dolía la cabeza de hacer los lotes, venir, marcarlos, ¡es una tarea difícil! Nunca quedaba contento, ya marcarlos no tiene mucha gracia, pero me han pasado un montón de cosas.
– ¿Cree usted que haya alguien a quién nunca le haya corrido un gallo?
– Solamente al que no los cría ni los juega. Hace como un mes me llamó un gallero de Perú y yo pensé que allá no hay muchos gallos finos, que juegan sólo gallo grande, y le pregunté qué porcentaje de gallos corren allá. La respuesta fue: “Mire, señor, de 100 gallos, corren más o menos un 20 por ciento”. Ésa es una cifra muy alta, pero se trata de gallos de menor calidad.
– Yo he estado tres veces en Perú y, sinceramente, encuentro diferencias muy marcadas, don Tito. Básicamente, el gallo de navaja es para la gente de elite, con mejores posibilidades económicas, pero el sistema de crianza que tienen –incluso los de mayores posibilidades económicas– es aún muy rudimentario. Las plumas de la cola se ven muy afiladitas, porque no tienen mucho espacio, la mayoría de estos gallos son como capotes, pesos grandes. Me gustó, me emocionó el hecho de ir primero a un coliseo y luego a una casa particular, a una fiesta de gente “de elite” (como usted y como yo, para no hacerle el feo a nadie) que además son los elegantes: hacen una comida, hay meseros, sirvientes, música típica de Perú, con tambores; en fin, es una experiencia muy diferente. Y entonces llegaron los señores al vallín y el gallo llegó tapado con una especie de cobijita como de bebé, bordada con el nombre del partido (“galpón”, les dicen allá); y ¡allá no pesan los gallos! Allá el peso es libre y eso le da un aspecto diferente a la jugada, como de mayor elegancia.
– De más categoría, aparentemente.
– Así es, y usan lo que en México era la “libre mexicana”, que allá le llaman “hoja de olivo”, porque es un poquito más ancha.
– Esa hoja es de acero.
– Los que pico, juegan del pez espada, unos como dientes, esa parte del pez es lo que habilitan como espuelas y las montan en una base de aluminio. Ellos le dicen espina de pescado, pero yo no creo que eso sea una espina de pescado, porque es el diente del pez sierra, pero es la parte que va afuera. Y hay mucha mayor cantidad de gente que juega este tipo de gallos, don Tito, además de que nos cuente alguna otra anécdota, dígame ¿cómo ve la gallística en este momento en el país?, ¿qué expectativas tiene?
– Veo que ahora juega mucha gente; antes no había tantos jugadores. Ahora se juntan entre tres o cuatro, aunque sean partidos pobres, y juegan. Antes sólo se hacía en palenques grandes. A la gente le gusta más criar ellos mismos a sus animales, sienten mayor placer; creo que ahora se juegan más peleas que nunca.
– ¿Usted considera que esto, con el tiempo, incrementará la calidad del gallo en México?
– Sí, el gallo es ahora mucho más fino que antes, pues se está criando mucho y todo el mundo sabe ahora de gallos y buscan una mejor selección; cualquier muchacho pobre con un gallito muy notable puede meterlo a la cría y ya no lo hace a ciegas, nomás porque sí; ya hay muchos que saben de esto y que siguen aprendiendo.
– También tiene que ver que hoy en día se cuenta con una variedad más amplia de medicamentos específicos para el gallo de combate, con mejores alimentos.
– Eso cuenta mucho. Ahora hay mejor alimentación para los gallos, mejores medicamentos, hay de todo. Ha habido un mejor desarrollo, notable. ¡Dimos un brinco bárbaro!
– ¿Qué cree que nos haga falta para dejar de depender del gallo americano?, ¿cree que podamos erradicar esa circunstancia?
– Creo que lo que tiene que hacer la gente es mucha selección, y los que más saben son los que pueden sacar un gallo más parecido al que se hace en Estados Unidos, el de primera. Necesitamos seleccionar mucho todos los machos y las hembras, porque ¿qué va a pasar aquí en México cuando ya no lleguen gallos americanos? Está muy mal el meter mucho gallo americano a la cría…
– Sobre todo, depender de ellos…
– Dependemos mucho de ellos, pero los quienes más tienen gallos americanos son los que menos saben, por eso los compran allá, y cuando no pueda seguir comprándolos, se quedará estancado; los “poquiteros” ésos que no saben mucho de gallos, en ese momento van a quebrar. En cambio, quien sí conoce y tiene sangres de cualquier color, de gallo fino, seguirá haciendo sus lotes, aunque sea más difícil ir seleccionando.
– Usted, sinceramente, ¿cree que se acabarán los gallos en Estados Unidos?
– No creo… ya se hubiera acabado desde cuándo, desde hace años. No creo que puedan con tantos mexicanos que hay allá y con tanta gente que trabaja en las galleras. El gallero es como el alcohólico, no pueden dejar al gallo…
– Así es. ¿habrá un par de anécdotas más, don Tito, algunos comentarios que quisiera compartir con nosotros?
– La gente que quiere dedicarse a criar gallos, debe irse muy despacio; debe ir comprando animales a algún criador que tenga cierta fama y sea serio para que les venda algo de lo bueno que tiene, aunque sea caro, pero vale más la pena comprar algo caro que valga y no estar perdiendo el tiempo comprando lo que no sirve. Yo creo que el que sabe de gallos, cualquier muchacho nuevo que le guste y tenga cabeza para esto, pensará: “yo tengo la manera y voy a dejar unas cincuenta gallinas a un proveedor equis”, y si a ese muchacho realmente le interesa, puede ser un buen criador. Por supuesto, también se necesita dinero, porque sin él no se hace nada. Pero todo se puede. Por ejemplo, yo no tenía nada, nunca pensé en criar gallos para vivir, pero el destino así lo puso.
– A veces no solamente es el destino, sino también la capacidad, la visión para hacer las cosas.
– Y la necesidad…
– Eso cuenta mucho. Hay gente a la que le ponen en la mano grandes fortunas…
– Y no es capaz de hacer nada.
– Y se las acaban y no hacen nada, y ahí se quedaron.
– Eso es muy cierto. Depende de cómo sea la persona.
– Es preciso tener la visión, el trabajo.
– Sobre todo el trabajo, más que nada. Puede tener mucha gente para trabajar, pero si es flojo, nunca hará nada. Cuenta mucho que la gente sea activa, ni siquiera necesita ser muy inteligente, sino gustarle lo que hace. Hay mucha gente inteligente, pero que nunca hace nada, porque son muy flojos; y las cosas no caen del cielo, sino que se logran con ganas y voluntad.
– ¿Qué es lo más valioso que le han dejado los gallos? Y no me refiero al dinero.
– A mí los gallos me gustan más que el dinero, siento mucho amor por ellos y el dinero está muy aparte. Puedo tener gallos muy buenos y no venderlos, sólo porque me gusta mirarlos; gozó más viéndolos que con el dinero. El dinero ya no me divierte, uno es como los perros viejos, ya no tenemos muchas necesidades, con estar bien comidito es suficiente. No tengo dinero, pero tampoco me falta nada, que es mejor. Estoy convencido de que el verdadero hombre rico es que está satisfecho con lo que tiene, el que goza con lo que tiene.
– Totalmente de acuerdo con usted, don Tito. Ha sido un verdadero placer compartir con usted y espero que muy pronto pueda regresar para que sigamos charlando; hay muchas cosas que podemos platicar, pues usted es una persona de mucha experiencia y una plática muy amena.
– Igualmente, Ingeniero, y muchas gracias por todo, espero que vuelva otra vez para seguir platicando.
Fuente:Por Rodolfo J. Guerrero Zúñiga